La historia de Dios

Cuando leemos una novela o vemos una película, se nos hace más fácil entender la historia cuando descubrimos quién es el protagonista. Sabemos que en la mayoría de las historias hay una trama principal y luego pequeñas historias que se entrelazan con la historia principal. Cuando leemos la Biblia, es importante que sepamos reconocer cuál es la trama principal y quién es el protagonista de la historia. 

La Biblia es una gran narrativa que habla de Dios. Sí, Dios es el protagonista de la Biblia. Y ¿cuál es la trama principal de la Biblia? La trama principal es la misión de Dios. ¿Cuál es su misión? Su misión es redimir todo lo que existe. 

Lo genial de la Biblia es que no nos explica la vida humana y la vida de Dios a través de argumentos abstractos y difíciles de entender sino a través de muchas historias que forman parte de una gran historia. 

Esta historia nos cuenta de un Dios trino, un Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Este Dios gozaba del amor perfecto y la comunión entre sus tres personas. Tanto así, que le nació crear un mundo para poder compartir su vida. Dios, anfitrión de la creación, hizo un lugar hermosísimo para que pudiéramos vivir plenamente sobre la tierra y en comunión con Él. Nos dio todo lo que necesitábamos para vivir: comida, compañía y el árbol de la vida. 

Dios visita a Abraham, Marc Chagall

Adán y Eva fueron engañados por la serpiente y decidieron tratar de realizarse al margen de Dios y de la vocación que Él les había dado: ser mayordomos generosos y compasivos con la creación y con el prójimo. A pesar de su rebeldía, Dios los buscó para seguir insistiendo en que la única manera de ser plenamente humanos y vivir su mejor vida posible, sería viviendo en comunión con Él. El resto del Antiguo Testamento habla de este baile entre Dios y su pueblo. Dios insiste con fidelidad y misericordia en la importancia de la relación mientras Israel a veces se pierde y sigue siendo rebelde. 

Y un día en Palestina, llegó Dios de una manera sorpresiva. El Dios Creador del universo vino a la tierra en forma de un bebé indefenso, llamado Jesús. Tanto amó Dios al mundo que envió a Jesús para que supiéramos cuánto nos ama Dios y cuán lejos nos habíamos extraviado de Él y de su deseo para nosotros. Jesús vuelve como Rey e inaugura su reino acá en la tierra. 

Jesús nos enseña a ser plenamente humanos sin descuidar la vocación que Dios nos dio luego de la creación del mundo. Nos enseñó que Él mismo es el camino, la verdad y la vida. Nos enseñó que la vida abundante, la verdadera felicidad, se encuentra en comunión con nuestro Creador. Y nos enseñó que esta comunión que nos sana y nos salva se nota en nuestro amor por el prójimo ya que nadie puede amar a Dios sin amar al prójimo. Jesús nos enseñó quién es Dios muriendo por nosotros en la cruz. Nos enseñó el poder de Dios cuando fue levantado de entre los muertos para no volver a morir jamás. 

Jesús vivía, enseñaba y nos mostraba a Dios. Señalaba a Dios para que nosotros supiéramos dar testimonio de Dios, para que supiéramos continuar su ministerio acá en la tierra. Esperamos con ansias la segunda venida de Jesús cuando vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. 

No sólo anhelamos su venida, también anhelamos juntamente con la creación nuestra redención porque Dios no se deshace de lo que se corrompe, de lo que se daña – Él lo redime, lo sana, lo salva. Por eso, no sólo esperamos nuestra salvación, pero también la salvación del mundo creado por Dios. Desde que profetizó Isaías antes del nacimiento de Jesús, esperamos los nuevos cielos y la nueva tierra – la nueva creación. 

Vamos a resucitar con cuerpos glorificados, cuerpos transformados. Viviremos eternamente con Dios. De hecho, desde el día que nos bautizamos, ya comienza la vida eterna con Dios. ¡Celebremos la gran historia de Dios! ¡Seamos también parte del elenco de la historia de Dios! ¡Colaboremos con Dios en la redención de todo lo que existe! 

Lecturas bíblicas para recibir a Jesús

Aquí compartimos una guía con lecturas bíblicas, reflexiones y oraciones para dar la bienvenida a Jesús a nuestros corazones y a nuestro mundo.

La palabra «adviento» viene del latín, «adventus» que significa «venida». Es un momento para reflexionar acerca de las tres venidas de Cristo: primero, su venida histórica, segundo, su venida continua a nuestros oscuros y heridos corazones y tercero, su esperada venida al fin de los tiempos en que traerá la sanación a las naciones.

Es hora de alegrarnos por la luz de la esperanza, la gracia y la verdad que Jesús ha traído. También es hora en que podemos lamentar que la oscuridad aún nos apremia por fuera y por adentro. Es hora de gemir con ansias hasta que venga Jesús a tomar su debido lugar entre nosotros. Anhelamos con ansias la hora cuando ya no habrán más enfermedades, opresión, soledad o desesperación. Cuando todo será como tiene que ser, cuando seremos semejantes a nuestro Señor y Salvador Jesús.

Durante el adviento, simplifiquemos nuestras vidas y estemos atentos a Dios mientras entramos en una profunda alegría y una quieta expectativa de la historia que Él mismo está escribiendo.

En la primera semana del adviento estaremos meditando sobre la venida de Jesús a nuestros corazones. Nuestras lecturas y oraciones se tratarán de preparar nuestros corazones para recibir el reino de Dios. En la segunda semana, estaremos explorando la naturaleza del reino. En la tercera semana, veremos quién es Jesús, el Mesías esperado. En la cuarta semana, meditaremos en la encarnación del Hijo de Dios. ¿Qué significa para nosotros que el Verbo se haya hecho carne y haya vivido entre nosotros?

Cada semana contiene una introducción al tema, algunos pasajes para leer y considerar y una oración. El objetivo de estas lecturas es dejar que la Palabra de Dios more en nuestras mentes y transforme nuestros corazones. Por lo tanto, la idea no es leer rápidamente ni tampoco tomar los textos como simple información. A través de una lectura cuidadosa y devocional, una lectio divina, podemos participar de la historia entretejida en el adviento.

Pueden descargar la guía a través del siguiente enlace:

Lecturas bíblicas para recibir a Jesús, el Cristo

La lectura devocional de la Palabra

Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes,
pidan lo que quieran y lo obtendrán.

La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante,
y así sean mis discípulos. Juan 15:7-8 LPD

 

Hay que estudiar la Biblia. Hay que conocer la Sagradas Escrituras. Hay que leer y entender el consejo de Dios. También hay que dejar que ese consejo, la Palabra de Dios, transforme nuestra existencia.

 

el apóstol Pablo escribe sus epístolas a las iglesias
el apóstol Pablo escribe sus epístolas a las iglesias

 

Un acercamiento al texto bíblico que es muy antiguo y poco conocido hoy en día es la lectio divina, que quiere decir “lectura sacra o santa”. Este estilo de lectura nos recuerda que la Biblia es la Palabra viva de Dios (Hebreos 4:12-13). Se le dio ese nombre a partir del siglo VI aunque sus comienzos remontan hasta el siglo III.

 

Antes que nada, elegí un pasaje corto, entre dos y quince versículos. La idea no es abarcar grandes porciones de la Escritura sino llegar a comprender, con la mente y con el corazón, un pasaje de inspiración divina. Ahora, leemos la Palabra para nuestra formación, no para adquirir información.

 

Los cinco movimientos de la lectio divina:

 

I. Lectio – lectura de la Palabra

 

  • Leé un pasaje por lo menos dos veces en voz alta, lentamente.

 

II. Meditatio – meditando en la Palabra

 

  • Dejá que el texto interactúe con tus pensamientos y deseos.

 

III. Oratio – respondiendo a la Palabra

 

  • Orá a Dios por los desafíos que encontrás en el pasaje.

 

IV. Contemplatio – reposando en la Palabra

 

  • Cultivá la receptividad a la Palabra y resposá en la Palabra.

 

V. Operatio – siendo formado por la Palabra

 

  • Tomá lo que aprendés de la Palabra y practicala en tu vida.

 

Un excelente pasaje para comenzar a gozar de este acercamiento a la Escritura es Juan 15:1-11. Acordate que la idea no es estudiar las palabras en su idioma original ni buscar otras referencias bíblicas que hablan del mismo tema. ¡No hay que salirse del pasaje para buscar otros textos bíblicos! Quedate con el pasaje elegido y dejá que te lleve a pensar y reflexionar.

 

Y no te olvides de poner en práctica lo que aprendés a través de la interacción con el texto bíblico. Si te sentís llamado a arrepentirte por algún pecado, a reconciliarte con algún hermano, a confesar algún pecado, a dar gracias por las bendiciones recibidas, a celebrar la esperanza que tenés en Cristo, hacelo. Esto no es un ejercicio mental sino un ejercicio de la mente y del corazón.

 

Que Dios bendiga ricamente el tiempo que pasarás profundizando en las Sagradas Escrituras.

 

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Tres libros que recomiendo para estudiar este y otros acercamientos a la Escrituras son:

 

Rocío Ga Garcimartín. (2011). La lectio divina: un itinerario antiguo con posibilidades nuevas. Navarra: Editorial Verbo Divino.

Francisco Contreras Molina. (2007). Leer la Biblia como Palabra de Dios: claves teológico-pastorales de la lectio divina en la Iglesia. Navarra: Editorial Verbo Divino.

Euguene Peterson. (2011). Cómete este libro: recibe lo que Dios revela. Miami: Editorial Patmos.

¿Todas las religiones son iguales?

«Todas las religiones son iguales. Es el mismo Dios con diferentes nombres. Al fin de cuentas, todas las religiones promueven los mismos valores. En fin, no importa si crees en Dios Yahvé, Alá o algún dios, todos son distintos caminos al mismo lugar.»

 

Si vivís en una ciudad multicultural, habrás escuchado alguna de estas o una variación de estas frases. Lo interesante del caso es que casi ninguna persona que hace aquellas afirmaciones se considera un practicante ortodoxo de una religión en particular. Son los filósofos, los políticos y aquellos que manejan los medios de comunicación que hacen este tipo de declaraciones.

 

religiones mundiales teologia y filosofia

 

¿Cuál es la raíz del problema? El exclusivismo. La idea de una verdad absoluta que abarca toda la realidad y que sea verdad para todas las culturas en todo momento y en todo lugar ofende nuestras sensibilidades posmodernas. Nos parece repugnante la idea.

 

Todas las religiones no pueden ser iguales por varias razones:

 

  1. Hay diferentes tipos de religiones: religiones ocultas (el animismo, la brujería, la magia, Nueva Era o New Age); religiones imperiales (religiones imperiales egipcias, de Mesopotamia, el imperio romano y japonés y en nuestra época de Hitler, Mao y Stalin); religiones ascéticas (el jainismo, el budismo y algunas sectas del hinduismo); religiones genitales (cultos a la fertilidad o sexualidad); religiones burguesas (la Ciencia Cristiana, espiritismo, cienciología y teosofía); religiones proféticas (el Islam y el Marxismo) y religiones reveladoras (el judaísmo y el cristianismo). Mayormente cuando se dice que «todas las religiones son iguales» el locutor está pensando en las «grandes religiones mundiales» y no en todas las religiones en sus distintas variedades. ¡Hasta ahora no he conocido a alguien que cree que todas las religiones sean válidas y ni siquiera respetables! (Green, pp. 19-21)

 

  1. El Islam, aunque tiene un alto concepto de Dios, nunca promete una íntima comunión con Dios. Las demás religiones anteriormente mencionadas, menos el judaísmo y el cristianismo realmente no tratan de Dios sino de la superación personal y otros temas pertinentes al bienestar de los seres humanos.

 

  1. El judaísmo y el cristianismo son las únicas religiones que enseñan que el creyente puede tener una relación íntima con Dios. Son religiones reveladoras porque Dios se revela a Israel a través de la ley y de su propia interacción con el pueblo judío. El hijo de Dios en carne, Emanuel (Dios con nosotros) es la encarnación del mismo Dios, la semejanza de Dios en forma humana.

 

  1. Green señala que «es absurdo suponer que todas las religiones llevan a Dios, cuando el budismo no cree que existe un Dios, el islamismo lo mantiene a gran distancia, el hinduismo ofrece extinción después de muchas reencarnaciones y mientras tanto sanciona la idolatría a gran escala. ¿Cómo es posible que todas las religiones llevan a Dios cuando tienen creencias tan dispares en cuanto a Dios, a la vida futura y a cómo obtenerla?» (p. 22)

 

Hay una gran verdad que separa el judaísmo y el cristianismo de las demás religiones: todas las religiones consiste en la búsqueda de Dios de parte del hombre. ¿Cómo podemos conocer a Dios? ¿Cómo nos conectamos con el poder de Dios? ¿Cómo aseguramos nuestro bienestar en este mundo y en el venidero?

 

La Biblia es el único libro que cuenta de una religión bastante diferente. La religión judeocristiana se podría resumir en la búsqueda del hombre de parte de Dios. El cristianismo enseña que desde antes de la fundación del mundo, Dios se propuso compartir el amor y la comunión que gozaba con los demás miembros de la Trinidad. Él nos hizo para estar con Él.

 

Dios crea al hombre, el hombre le da la espalda y de una vez Dios sale a la búsqueda del hombre. Y aunque el hombre se esconde, sigue en su rebeldía y le vuelve a dar la espalda vez tras vez, Dios sigue en busca del hombre (cf. Génesis cap.3; Oseas 11:1-9; Hechos 17:24-34).

Entonces, ¿todas las religiones son iguales?

 

Es el cristianismo que nos enseña cómo llegar a Dios: a través de Jesús, el camino la verdad y la vida (Juan 14:6). Es la acción de Dios en Jesús que reivindica la raza humana y crea una nueva humanidad que no morirá jamás (Efesios 1:3-14; 1 Corintios cap. 15). Es Jesús que nos hace nacer de nuevo y nos da una herencia incorruptible e inmarchitable (1 Pedro 1:3-12).

 

Para seguir estudiando el tema, les recomiendo los siguientes dos libros:

 

Michael Green. (2003). ¿No todas las religiones conducen a Dios?: Navegando el laberinto de las múltiples religiones. Miami: Editorial Unilit.

 

Ninian Smart. (2000). Las religiones del mundo: tradiciones antiguas y transformaciones modernas. Madrid: Akal.